Analice la siguiente afirmación de Manuel Castells (2004). “La revolución de la tecnología de la información indujo la aparición del informacionalismo, como cimiento material de la nueva sociedad. […] De importancia particular fue su papel al permitir el desarrollo de redes interconectadas como una forma autoexpansiva y dinámica de organización de la actividad humana. Esta lógica de redes transforma todos los ámbitos de la vida social y económica.
Como vemos la internet es el medio de comunicación por excelencia en este mundo globalizado, y por ende gracias a las herramientas multimedia el conocimiento es compartido por diferentes actores en distintas partes del planeta , que comparten interese comunes en los diferentes campos de la actividad humana como son la ciencia el deporte la economía , la política y las áreas del conocimiento , que las acompaña.
También podemos afirmar que con la revolución tecnológica se ha n venido desarrollando diferentes tipos de redes sociales que ayudan a masificar, codificar y porque no controlar los perfiles de los usuarios de la red, con aplicaciones cada vez más sofisticadas no ajenas a los piratas informáticos y los entes de estado que son conscientes de poder controlar la información que puedan capturar.
No es gratuito que en sus comienzos el internet fue desarrollado por científicos aliados con el departamento de defensa de los estados unidos por lo cual no es descabellado entender que están recogiendo su cosecha.
Sin embargo a pesar que las reglas de juego están controladas por los estados y las compañías privadas, es a través de las redes sociales, las herramientas multimedia, y las tecnologías de la información como se implementa la educación del siglo xxi, pues por ellas podemos tener acceso como se dijo anteriormente a la información que de por si es bastante y de diversa índole, desde especializada hasta simples opiniones no todas las veces con la veracidad del caso.
Según el campo de conocimiento al cual estemos identificados tenemos información para decodificar de acuerdo a nuestra actividad cotidiana, desde una simple receta de cocina hasta asuntos de política internacional.
Manuel Ignacio Roncancio
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